La historia detrás de la colección:

Un día se despertó, y el tesoro más preciado que conocía ya no estaba.

Entre la pena y la desesperación no halló más remedio que ir a buscarlo. Sabía que, tal como lo había visto por última vez, no lo volvería a encontrar. Aun así, decidió sumergirse en lo desconocido de aquel bosque húmedo, verde y misterioso que se extendía a las afueras de su hogar.

La niebla era tal que solo podía ver sus propios pies, pero no dejó de avanzar.
Sus latidos retumbaban, al igual que el río.
Días de caminar, y no lo encontraba… pero lo sentía tan cerca.

Se adentró cada vez más. El camino comenzó a iluminarse, y a lo lejos apareció un resplandor.
Una gran puerta, cubierta de ornamentos, se imponía ante ella, bloqueando el paso.
El brillo era tan fuerte que apenas podía sostener la mirada.

¿Y ahora qué?

Soles y lunas pasaron. Cantos, danzas y rezos la acompañaron. No perdía la fe.
Sabía —en lo más profundo— que de alguna manera lograría atravesar ese portal.

Dio vueltas al sol, mudó de piel. Y aún así, seguía allí, esperando volver a tocar el tesoro.

Las plegarias se habían esparcido por todo el bosque:
las raíces antiguas las murmuraban,
las aves las entonaban,
y el río las hacía retumbar.

Hasta que un día, dos ninfas se posaron a cada lado de la puerta.
Una de ellas sostenía una pequeña llave.
Con ternura se la ofreció.

Sigue tu camino. Este no terminará…
pero deja de buscar tan lejos.
Todo lo que necesitas está en tu hogar.

La gran puerta se abrió.

Y lo que vio después no fue un regreso,
sino una nueva forma de existencia:
hecha de voluntad, disciplina, agradecimiento, honra  y amor.